Reseña del libro "Abra de Panes y Peces"
Cuando siete poetas se reúnen en el espacio exiguo de un libro de poemas, apenas sin motivo ni causa aparente, con la luz de un aprecio o de una admiración recíproca que conforma el número simétrico del siete, entonces, nos parece que surge la sinfonía perfecta-sabemos- a partir de pequeñas imperfecciones que nos hacen humanos y, por tanto, poetas. De ahí este libro titulado Abra de panes y peces, que sirve de pequeña bahía, ensenada o fondeadero en el amplio mar por donde navega la poesía. Porque lo que parece aislarnos, realmente nos comunica. Nos encontramos, pues, ante esa imperfección perfecta de las voces disímiles en este pequeño punto cardinal de un país extraño llamado Poesía. Digo esto porque cuando los poetas se han congregado en torno a afinidades electivas o estéticas siempre hubo alguno que reclamó el liderazgo para sí y se produjeron escisiones, guerras y desamores mutuos, hasta el punto de que todos quedaron divididos y múltiples incluso dentro si mismos [permítame, Lady Kodima, tal licencia borgeana]. Homo sum, humani nihil a me alienum puto, decía Terencio, pero, aunque de las acciones humanas no nos sean ajenas, qué pasaría si se juntaran las obras de algunos y se pusieran a dialogar entre ellas, dentro de un libro? Ya no importa el tamaño de cada cual, el mayor peso, la valoración individual. Ahora importaría el efecto que los poemas de cada uno de los poetas recogidos en este volumen proporcionarán al conjunto, independientemente de las individualidades que lo constituyan. Independientemente del país de procedencia: ver la poesía como un constante exilio. O su envés de esperanza: ver un mundo sin fronteras.